La iglesia
de Santa Croce
La iglesia debajo de la Basílica Catedral, que se abre a la plaza de la entrada principal de la misma Basílica, se llama “Soccorpo”, “Lamia dei Morti” o “Cemeterio” o “Iglesia de la Santa Cruz”. La primera evidencia descriptiva del ambiente del cementerio aparece en la segunda visita de Filippo Cansacchi, obispo de Gravina, en los años 1639-1640. A lo largo de toda la nave central y espacios laterales se colocan lápidas sepulcrales pintadas o en bajorrelieve de obispos, prelados y otros personajes públicos, acompañadas de escudos e inscripciones (la más antigua data de 1531). Los obispos enterrados en el Soccorpo son 8, todos los cuales fallecieron en Gravina.
La iglesia es de dimensiones similares a la de la Catedral anterior y está estructurada en una sala rectangular, de tres naves, salpicada de macizos pilares cuadrados y doce arcos de medio punto. Las naves terminan con la presencia de tres altares bien diferenciados, de los cuales el central está dedicado al Crucifijo. Característica de la iglesia es la presencia de 15 cementerios. En el momento de la Visita Apostólica del Cardenal Orsini (1714) había 72 que el mismo Cardenal redujo a 12: siete en la nave izquierda para la ciudad de Gravina, uno en la nave central para el Clero y otros cuatro en la nave derecha para la hermanos y hermanas de la hermandad de la Buena Muerte y de las SS. Sacramento. A estos 12 se añadió otro inaugurado en 1772. Recientemente se han identificado tres sepulcros cerrados por el propio Cardenal en la nave central.
A la derecha de la entrada, situada en el interior de un fórnix, se puede admirar un monumento funerario siglo XVI, originalmente dorada. El monumento está enclavado entre los dos muros originalmente pintados al fresco, como se deduce de los fragmentos pictóricos del siglo XVI. El motivo pictórico que embellecía el monumento funerario era el de la natividad. De hecho, en la parte superior de la pared izquierda se pueden leer dos inscripciones con frases de la Biblia latina que ayudan a descifrar las escenas representadas: el encuentro de María con Isabel y el viaje de la Sagrada Familia a Belén para el censo (imagen uno).
Bajo la bóveda contigua está pintada la bandera del Saboya, acompañada de una fecha, 1859, pintada en el borde derecho de la representación.
A la derecha de la entrada al salón central, en la pared, destaca una losa de piedra de 1541, con el epígrafe dedicado a Emilio Guida, comandante de caballería del príncipe Carlos V, perteneciente a una familia florentina, muerto el 1 Septiembre de 1541 (imagen dos).
A la izquierda un monumento funerario dedicado a Mons. Giovanni Angelo Pellegrino, obispo en los años 1552 – 1568.
También en la planta central se encuentra el cementerio de los miembros de la Cofradía de Santa Croce, fechada en 1772, cuya antigua placa de marquetería descansa sobre los adoquines del arco de izquierda. Junto al cementerio, la imagen de Nuestra Señora de los Dolores es probablemente datable a finales del siglo XVIII. La nave central se caracteriza por el fondo azul de la bóveda tomado de la bandera de Saboya, adornada con decoraciones fitomorfas del barroco tardío y volutas con textos bíblicos de los Salmos y el Libro de Job sobre la esperanza en la resurrección y en la vida eterna.
No lejos de la balaustrada de madera del altar central, se puede admirar un precioso crucifijo de madera que data de los siglos XV y XVI. La sugerente escultura se caracteriza por una anatomía naturalista y detallada, lo que sugiere las hábiles cualidades artísticas del autor. La escultura muestra notas de importancia estilístico-formal como el uso de cabello real mezclado con crin de caballo para indicar la naturaleza humana y divina de Cristo que al morir en la cruz y resucitar nos mereció poder resucitar al final de la historia (image trois).
Detrás del altar central hay un edículo con restos de frescos. A los lados del altar central se encuentran las estatuas de piedra de San Domenico y Sant’Antonio Abate. En los dos pilares laterales del altar, dos altorrelieves de medio cuerpo que se proyectan hacia el exterior, con vistas a los cenotafios respectivamente de Mons. Agostino Cassandra (obispo en los años 1614 – 1623) y Mons. Arcangelo Baldini (obispo en los años 1626 – 1629). Junto al trono del celebrante, una estructura de madera del siglo XVIII, finamente lacada con flores e insignias del Capítulo, del siglo XVIII para proteger el antiguo órgano presente en el Soccorpo.
En el altar de la nave lateral derecha, consagrado en 1714, había una pintura de la Asunción de influencia guariniana, ahora ubicada en la sacristía de la Catedral. El camino lleva la mirada a escudriñar los dos nichos laterales del altar, que albergan las estatuas de piedra y pintadas de Santa Ana y San Joaquín. A lo largo de todo el suelo de la misma nave hay siete adoquines de piedra que cubren tantos cementerios utilizados para la infusión de los fieles difuntos de la ciudad de Gravina.
En el altar de la nave lateral izquierda, consagrado en 1714, había una pintura sobre lienzo de San Miguel Arcángel, que también se puede utilizar hoy en la sacristía de la Catedral. En los dos nichos laterales de la nave se encuentran las estatuas de barro y cartón piedra del arcángel Gabriel y del arcángel Rafael con el pequeño Tobías, denotando la devoción de la ciudadanía por estas figuras. En la misma nave hay una placa junto al altar del notario Colantonio de 1531 y cuatro enterramientos destinados a los asociados de la Cofradía de la Buena Muerte y del Santísimo Sacramento.
En el medio de la nave lateral izquierda se encuentra la sacristía ubicada en correspondencia con la Capilla del Santísimo Sacramento de la Catedral. Cappellone y Soccorpo están estrechamente vinculados por la historia de la construcción del edificio, ya que fue construido a partir de los cimientos en 1631 por Mons. Ricci. La sacristía del Soccorpo tiene un “mostrador” para uso de los sacerdotes, que data de finales del siglo XVII. Sorprende la presencia de una inscripción en papel relativa a la creación del primer fondo de la biblioteca capitular por Mons.Cennini entre 1684 y 1686, fructífera semilla de lo que, en 1743, se convertirá en una joya del panorama cultural de Apulia y del sur: la Biblioteca Finia.